domingo, 30 de diciembre de 2012

MOLESTAR A LOS QUE LANZAN


Con los que he hablado,
con los que me he cruzado una mirada,
con los que me he rozado en silencio la ropa en el ascensor,
con los que he siseado un saludo,
de todos estos, cuántos habrán muerto,
cuántos morirán esta noche
cuántos esperan que muera yo primero.
Los consolaría con mis mejores palabras,
presentándoles en esta mesa piezas de nombre impostado,
pudieran parecer infinitas, afiladas para impedir su posesión,
para permanecer juntas,
agarradas a su verdadera forma,
perdidas en el mano a mano,
generación a generación,
herencia a herencia,
exacta silueta ahora que la luz choca de frente
y las podríamos palpar si fuera posible
pero yerran,
la consecuencia es siempre la misma: se reúnen los sabios a discutir como equivocarse,
los demás miran para otro lado y dicen la suya,
es hora de admitir lo que conocemos,
elipse en vertical, enroscándose en la piel hasta donde el cuerpo aguante,
ahí, en el tope,
lo enterraremos, envuelto en la suave piel de los sacrificados,
será un día perfecto para olvidar el qué y el dónde,
memorable para quedarse en blanco.

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