sábado, 5 de enero de 2008

ESCRITURA AUTOMÁTICA

No encaja y es cierto,
las alarmas se disparan en el corazón:
verte removiendo la basura
o apartando el frío o acariciando el silencio,
es olvidar que también fuimos felices.
Es olvidar que también columpiábamos su pasado en estos
lugares de hombres intercambiables, ineficaces y decepcionantes,
estaban colmados de resignación cancerígena
y de tiempo para ocultar la cabeza,
acusar a otro del mal chiste
o de ser pronto para saberlo.
Otros ríos antes que estos empantanaron el valle, en los márgenes,
sin dictados, sabiéndose ya como eran,
defendieron e interrogaron sobre los materiales que se deslizaban por la montaña
y que podría acabar sepultándonos,
ahora podríamos ser una línea más o menos gruesa,
más o menos brillante y oculta,
interpretada con respeto fúnebre por unos creadores de tendencias,
altruistas atascados en el ritual apasionado de los cargos,
que las réplicas terminaran por amontonar más basura
y nos retiraron el crédito no voluntario. Pesa más el silencio.