miércoles, 29 de junio de 2011

DESPUES DE LA ORTOGRAFIA

“vacilaron los árboles”
(Elizabeth Bishop)


Acuérdate antes,
de los árboles de la avenida que resistieron todas las podas,
algo debería haber en el subsuelo o en las caricias del sol
para sobrevivir al paso apresurado de sus propietarios,
crueles por condenarlos a sufrir.
Terminado el trabajo, barridas las hojas, siempre había alguna que se empeñaba en caminar como cangrejos aislados de la marea,
llegaban al borde de la carretera donde la velocidad de los coches las hacía saltar,
las más afortunadas pegaban su faz a los cristales de nuestra casa durante un rato,
luego se les acababan las fuerzas y caían,
a la mayoría el jardinero las amontonaba en un rincón y las incineraba,
a lo lejos los árboles distraían su tiempo abriendo y cerrando las manos,
ensayando la recuperación de la primavera.

sábado, 11 de junio de 2011

DIADEMA SOLAR

“El misterio más profundo
está en la materia”
(Agustín Fernández Mallo)


Cuando apagas la luz de la habitación y te desnudas,
el mármol trémulo que sujeta brazos y piernas duda de que pueda alcanzarte,
alineo tu boca con la mía para que me alimentes,
es lo que busco en la oscuridad,
tenaz y con brillos lejanos suena tu corazón,
cierras los ojos, te hundes y reconfortas los sueños:
aquí yace un amante exhausto
que un día tentó tus labios,
los mordió a la vez que liberó electricidad.
No pude oír como vestías las manos,
ya no oía, ¡no oiré más!
y cegado por la luz que desprendes dormiré disfrazado de ti,
como un héroe que salpica calor al granito,
horadará un pasadizo que lleva, segundo a segundo, inexorablemente a ti.

miércoles, 8 de junio de 2011

CUALQUIER COSA

"Soñábamos que habíamos vivido"
(Pere Gimferrer)


Una tarde de hojas secas alcanzó a su fin mientras esperabas,
dormido entre las primeras nieves me sacudías la cara,
no te quise oír,
prefería revolver la tierra y enmascararme.
En la avenida los plátanos podados despuntaban,
alcanzaron el grado del alfiler: cetrino y sinuoso,
en la tierra empequeñecida que ahora abarco con los brazos, agitándolos,
no halló mayor victoria que secarme mi sudor,
prefería seguir aprisionado en mis propios dedos,
chasquidos, elementales trazas,
que, contra la amplitud del desierto, no desaniman.