martes, 17 de febrero de 2009

RIZOS AL DESPERTARME I

Aunque cuentes que rechacé tirar otra vez los dados,
el fabricante y yo sabíamos cuánto había de azar y cuánto de desafío,
por eso me limité a estrellarme,
los números, los puntos de los números, deberían habernos dicho cuantas veces más faltaban,
yo elegí no saberlo.

lunes, 9 de febrero de 2009

NO PUEDO EVITAR CONTRARIAR A BILLY COLLINS

Los lunes pongo mis esperanzas en no salirme de los márgenes,
dentro hay basura, escupitajos,
cacas de perro y de vez en cuando algún vómito,
desde buena mañana hay que sortearlos
y dar los buenos días a cuantos se crucen en la escalera.
No existe el mundo recién pintado allá por donde camino
y el suelo comienza a ganarse en cuanto miras a los ojos al pobre que ha quedado atrapado,
por suerte darle limosna es opcional,
no llevar los zapatos sucios, respetar los semáforos
o dormir apagando las luces son buenas costumbres.
En el silencio de la vigilia,
cuando el dichoso lunes agoniza doy gracias por nos retroceder y volverlo a intentar.

domingo, 1 de febrero de 2009

RESPUESTA A BILLY COLLINS

¿Qué te hace suponer que el momento maravilloso de leerte va a ser apoyado en el quicio de una puerta, junto a unas hortensias azules?
Compartiendo tu suerte de vivir rasgando entre cosas reales y con anécdotas bondadosas,
cristales limpios y sucesos inapreciables salvo para tu inteligencia
pues la oscuridad de mi cuarto,
rebozado en ruidos vecinales y en silencios del abandono,
agigantan los pasos a la triste caja sin música o al cable mal empalmado.
Atrás del todo está el pensamiento huérfano
que es el último en abandonarnos, ha prescindido primero de los andamiajes y del futuro
para luego hacer picadillo cuanto hemos pisado,
tú, con la avaricia de los ilusionistas, nos explicas los trucos y la falsedad del sable de fuego,
hemos derivado muy bien,
revotando en la mugre, participando en las cadenas de acciones humanitarias ficticias,
amparando las modas y los reversos poco éticos,
casi a oscuras hemos manejado la crisis de no volver a ver a dios
y preferir la esquina perfecta de las cosas nuevas,
un sucedáneo entre metros de colas que han precedido a nuestro turno, que no será jamás literatura.