miércoles, 21 de mayo de 2008

DESENGÁÑATE

Desengánate, tomará el nombre y lo desplazará con su cuerpo hasta donde sea menester,
habrá un primer beso como fue el nuestro: maravilloso y lleno de esperanza,
luego la alegría del tiempo detenido o fluyendo a gran velocidad.
Un día, muy cerca de la orilla,
le enseñarás tu cuerpo, lo tocará encantado mientras el miedo te hará mirarle a los ojos
por si se refleja el desagrado por el paso de los años,
hay cosas que no cambian, siempre serás hermosa en este tic-tac deslizante
y deberías abrir más a menudo la ventana para que admiraran tus pechos amables y dulces como la expresión del durmiente.
Me despierto mientras te pones la camiseta y te ajustas las bragas,
desde el visillo de carne descompuesta siento en el cerebro como te tocan y como disfrutas con el roce,
justamente igual que antes, igual que siempre,
no busco olvidar mis sueños,
sino aprender a dormir sin que me duela que puedes ser feliz sin mi.

domingo, 18 de mayo de 2008

FINIQUITO

Las ruedas de hierro pulverizan
el rastro de los galápagos, los raíles en miniatura, las placas kilométricas,
tanto da su resistencia,
tanto da si, empujados por la primavera, nuevos tallos pugnan por salir.
Carecerá de importancia,
darán las pasadas necesarias hasta encajarlos con el resto de la basura,
terminarán por hacerla sucumbir,
entonces la tristeza de cuando el tiempo no es bastante
y es más placentero gritar y tener la satisfacción de oírlo rodar por las comarcas
hasta llegar a la última excisión
cuando en la vida ya no hay más preguntas
ni tierra por la que justificarse.
Desde la casa, en su orilla, por la ventana desde donde veo pasar a los vehículos
ensordezco ante el corrimiento de grava que me oscurece el ánimo
porque he llegado aquí.

domingo, 11 de mayo de 2008

OJOS DEL GUADIANA

Quisiera saber por tu boca que escondes en el fondo del inodoro que no limpias,
será para impresionarme,
agitas los pies y vuelves feroces las tierras,
a imitación de los estercoleros y las colinas que esperan un rayo
o que este desierto se lo engulla los ojos del Guadiana.
No están lejos de la carretera,
en el arcén pueden venderte algo de tierra y hierba seca,
lo único que queda aquí es el viento amurallado a la niebla,
resina y tinta de bolígrafo que algunas manos esconde antes del saludo,
tratan de que les mire y yo solo tengo palabras
de mi vida como una retención de silencio.