lunes, 21 de febrero de 2011

HABLAR EN CLAVE

“Estaba en flor
y las ramas arañaban
y se frotaban contra la casa”
(William Faulkner)


El número infinito de fallos nos acerca a dios,
igual pasa con los aciertos.
Es un impulso,
como arrancar una flor o sonreírle a un bebé,
luego no se sabe explicar porque se hizo,
lo modelan unos hilos que laminan todo cuanto tocan,
tiene el tacto del serrucho durante su recorrido a través de la madera,
¿Qué pasa, pues, entre las cosas,
con sus distancias,
qué es necesario para que desaparezca la sensación de que todo ha ocurrido
que el límite se ha ido ensanchando por el lado que no alcanzamos a ver
y por el otro nos ha puesto los pies sobre el abismo?
Todo es cuestión de reconocer cuánto hay de real,
y qué tiene cada uno en la mano mientras las agitamos antes de abrirla y se proclame un vencedor.

lunes, 7 de febrero de 2011

QUEDAN NUBES

“como esa nube ociosa de la tarde”
(J.M. Fonollosa)


Debería abstenerme de saber cuántos difuntos soy capaz de soportar,
mirarlos sin más a la memoria, sin cara ya, muertos definitivos, libres por fin del miedo.

Borradas sus iniciales del censo,
para que ya no parezcan nadie.
Entonces quedan las nubes
acunadas hasta romper la crisálida,
las limpio para que pasen de largo,
pero se acumulan a darme su pútrido aliento,
me curvan el silencio para que parezca un llano de hierbas,
allí mismo me estiro a respirar y oírme decir cuándo dejaré de preguntarme estas cosas.
Cuántas vidas has desaparecido bajo este manto,
cuántas lo forman y a que profundidad serán más sólidos los materiales para evitar que desaparezcamos en un sueño.