lunes, 11 de abril de 2011

UMBRALES A UN SEGUNDO

Cuando tras las cortinas no se acepta más luz
y los cuerpos separan aire viciado,
entonces es tarde para recordar los árboles, los colinas, el camino hasta el manantial,
y repetir las estrofas memorables de juventud,
queda lo único que nos enfrenta,
que mezcla el sublime dolor reconfortante con el óxido de nuestra sangre,
infinita parece mientras se alarga el paso,
luego perderá tensión
hasta reposar en los brazos de nuestra amante,
que nos ha mirado al hueco, a la forma más primitiva de nosotros mismos, sin percatarse que le hemos arañado mucha materia,
intangible tal vez,
pero es lo que nos alimentará hasta el próximo beso.