Dentro de otra vida
cuentan menos las sombras,
dentro de esta vida
las bolas blancas ganan en
número y en tamaño,
entonces no hay nada que
perder.
Molestan los insectos,
los aguaceros enmiendan,
cansa lo mismo los bustos que
los detalles monocromáticos,
se depositan en el mar las
aves a descansar,
alguna despierta sin
recordar quién es su dios,
con la lengua desgastada y
los ojos de otra vida.
La bola camina indecisa
hacia la barrera,
que se abrirá a su paso,
siempre lo ha hecho así,
no tiene porque cambiar
ahora,
las demás pistas derriban
sus piezas,
claman por sus sustitutos
aplaudidos mientras fueron humanos.