Cuando nos dijeron que el arroyo había servido para resucitar tu corazón,
nos revolcamos de alegría,
creíamos en tu brazo infatigable,
en tu destreza para empujarnos más alto,
sin que pareciera una petición desmedida.
Atravesada de tiempo constante en contra,
te acompañamos por las certezas y por los campos de tierra seca inmóviles,
no teníamos más recuerdos que la voluntad de seguir,
y las trazas metálicas que se cernían eran poco importantes.
Un día al obligarte a parar para tragar saliva y respirar hondo,
habíamos cambiado,
estábamos presto a llevarte de regreso a casa,
donde nos esperaba otro largo silencio.
3 comentarios:
Tenía la intuición que había una nuevo poema por leer, y como siempre, leerte es como escuchar los latidos de tu corazón, constante, profundo y vibrante. Y como cuando tu corazón late cerca de mi oído, así también me emociono cuando te leo. Creo que he podido seguir las trazas de este poema, y me ha impresionado. Nunca acabarás de saber del todo lo bueno que eres, y esa es parte de tu grandeza.
Tus alabos me perturban, ¿dónde esa pizca de genuina poesía que me remita? La busco y nunca le encuentro.
La disfrutan tus lectores, tu solo consigues rozarla con la punta de los dedos, sin llegar nunca a alcanzarla y poseerla, esto es, en parte, lo que te impulsa a seguir escribiendo.
Publicar un comentario