sábado, 11 de septiembre de 2010

EN MENOS DE UN SEGUNDO

¡Desliza hasta aquí tu nombre,
dímelo tú que tanto lo escondiste,
pronúncialo navegando por cada sílaba
para que me inunde cual descarga que vale por todas las esperas y tedios bajo la lámpara,
resolviendo que un huracán puede ser apuñalado,
viviendo en la racha de saber cuánto tiempo queda,
oírlo hasta las nauseas,
tumbado, sin música, pero con el humo pegado a la tierra,
acercándose tanto que cuando llegue ya no será válido!
Es posible que entonces,
repique el corazón un poco más fuerte,
llegue a parecer que algo se sale, se marcha por el aire
hacia un mástil más poderoso,
pero no es verdad,
el cuerpo nos vuelve a engañar,
como trileros aficionados a los falsos finales,
apostados en una pared hermética
de donde no se sale si no es a morir.

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