miércoles, 26 de noviembre de 2008

PASEO ANTONIO MACHADO

Hubo un día, o más de uno, que no dije lo que debía,
sin réplica posible iba la maquinaria incinerando el paseo,
muy diligentemente te convertía en tierra quemada,
en un lugar donde jamás volver.
Pasados unos momentos
el orgullo me impedía reconocer que la tormenta pasada no la creé en su justa medida,
¿mayor error que cerrar los ojos era posible?
¡qué estúpido!
oía crujir el suelo
y no sabía como huir, como buscar tu perdón
y callaba hasta amontonar tantas ideas peregrinas
que ni notaba tu mano escarbar en mi bolsillo en busca de refugio.
Ojalá pudieras oír esta disculpa algún día.

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