lunes, 20 de octubre de 2008

RIZOS DE MAR

Cuando te girabas
acudía raudo a abrazarte,
nuestros dedos forjaban un cerrojo enraizado tan adentro como nos permitieran los brazos. Dormías sin ismos,
calentando el mar de hilo.
En esa fortaleza creí no perder nunca,
si posaba mis labios en tu espalda la respiración me explicaba cuantas líneas podíamos recorrer sin saturarnos,
si posaba la oreja en tu costado, con cuidado para no rasgar tus láminas, el corazón batía himnos imperecederos,
las piernas lianas, pies y dedos cruzados e interpuestos,
era la lógica de una noche a tu lado,
vigilando que el horizonte no se escapara por el ojo de la cerradura,
porque todo cuanto te pulsara no te hiciera perder el juicio
sino que el viento cálido te hiciera dormir
arropada en esta fortaleza del gesto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Realmente estremecedor...

Sin duda, absolutamente único.

Lo siento, no he podido reprimir el comentario. Aún tengo el nudo en la garganta...

Nunca dejes de escribir con tanta sensibilidad. Te hace ser tú mismo.

Un beso grande

Juan Carlos Iglesias dijo...

Muchas gracias. Estas cosas me dan fuerzas para emplear mis tardes y mis noches. Un beso.

empiei dijo...

Líneas que podíamos recorrer sin saturarnos... la lógica de una noche a tu lado... arropada en la fortaleza del gesto...
Qué bien le sientan las metáforas al lenguaje de la pasión.
Felicidades Juan Carlos. Me ha encantado.